Composición

Composición
Kandinsky

miércoles, 23 de octubre de 2019

El día que dijiste mi nombre.

Un día dijiste mi nombre y supe que ya no estarías ahí de nuevo para repetirlo. Ese día pusiste punto al final la una oración. Supe que era el punto de la despedida. En ese mismo mensaje noté la ausencia de tus besos, de tus abrazos, de tu apapacho, de tus intensiones que me encantaban: tu lengua deslizándose en mi espalda, tus brazos recorriendo mi cuerpo, tus labios besando los míos, el deseo del encuentro nocturno y el saludo en la madrugada fría, con promesa de arrunche. El día que recibí tu mensaje, era sobrio, nada de amor, nada de dulzura, nada de añoranza, nada de desborde, nada de nada, sólo eso, palabras con mi nombre escrito y un punto final.

Recogimiento

A un rinconcito me fui
juntar mis fragmentos era mi deseo
un ojo por ahí
una rabia por allá
mi boca desgajada
toda ensangrentada

en la esquina, lejos del mundo
necesitaba un momento
aunque fuera un segundo
quería
ver a los ojos mis miedos
quitarles las máscaras
desenredar mis sueños

rescatar del pozo
las palabras que me habitan
la melodía que es alimento
para remendarlas,
tejerlas a mí de nuevo

cartografiar mi cuerpo
deshabitado
mutilado
despojado
de todos los misterios
y todos los anhelos

Al rincón me fui
lejos te quedaste
No podía traerte
añoranza permanente

Cuando del capullo emergí
no estabas ahí.
lo lamento tanto,
pero era mi tiempo
no podía,
yo era toda sufrimiento.









jueves, 17 de octubre de 2019

Intención

Quería escribir un poemita para ti,
pero la neta no encontraba
todas las palabras

yo quería escribir un poemita para ti
uno sonoro
soNooooRoooo
oro, oro, oro,
ooooooooooo

que lograran no dormir
que permaneciera ahí
que pudieran consolarnos
por mi ausencia

Que aliviara tu dolor
en esta despedida hoy
mientras curo el mío
mientras lleno mi vacío
uhh ohh

yo quería darte a ti unos versitos
como aves mensajeras.
que llevaran mis certezas
yo quería aliviar mis tristezas
con besitos de palabras
y noches de faenas

que oliera a naranja
y a violetas
que fuera placidez
ay cosa buena

que oliera a jardines
y mirara las estrellas
que treparara árboles
con conciencia plena

Yo quería escribir unos versitos para tí
pero la no encontraba
no te encontraba
a ti

Tocarte

Tocarte


Tocarte
en el pensamiento para no faltarte (me)
deslizarme desde tu espalda
a mí cuello
de mis ojos
a ti.

Guiarte sin horizonte,
perseguir halos curvilíneos
Ser cascada.
Ser las chispas
de la cercanía
suspendida
hasta tu caída.

Hundir mi piel en tu pecho
caerme
ser viento
ser muerte.
Pendular
y emerger, de nuevo.






Placidez

Horizonte de arrebol,
el reflejo luminoso en mis ojos
gota en el fondo del lago
movimiento circular y
concéntrico
que me atraviesa.
aguas que (me re) corren
serenas.


Me llaman enferma

Poema escrito en 2015.



Me llaman enferma


Soy la roca que cae por el
                                acantilado
El arrojado camino al vacío
una íntima parte del obscuro
                                 sacrificio

Me llaman enferma
he caído bajo el solaz
Se me ha perdido la mirada
en un rezago del halo lunar.

Me llaman enferma
y no sé cómo sanarme,
no sé cómo (des) escribir
vivir-en-el-mundo

Me llaman enferma
tengo dolores heredados
una mancha imborrable,
no es inmaculada mi alma.

Me llaman enferma
aún guardo duelos de amigos
muertos.
Un día quise volar
me impulsé con fuerza
caí
lo intenté
caí

Me llaman enferma
caída
tropiezo
trastabilleo
Antiquísima pesadez
nauseabundo olor fétido

Me llaman enferma
pero a mí
se me antoja una cena de puercoespines
un cocido de armadillo
un insulto
y luego una sonrisa.
Levantar tu dedo índice
de mí.

Me llaman enferma

miércoles, 16 de octubre de 2019

Deshago mis pasos

Deshago mis pasos
regreso a cada huella tuya y mía
la arena que se fuga de mis dedos
con la marea.
La humedad de tu cuerpo bajo el son ineludible del valle,
la dureza del cemento
bajo mis piernas desnudas
los rasguños sobre tu espalda
y los halos dibujados por tus manos
en mi pecho.

Visito de reojo tus mejillas
ajadas por el sol y el viento
mis manos que con dulzura las concienten
ante tu descuido.
Tu verdosa mirada
atenta al movimiento de mis dedos.
Esa mirada grande
que aprobaba cada risa,
cada descuido, cada murmullo.
Tus pestañas
mariposas que besaban mis cachetes
y el pescadito que surgía en el beso juguetón.
El maullido de saludo y de despedida
final.
Tu fuerza que domina al miedo y a la incertidumbre
y tus inhibiciones
impedimentos para nuestro florecimiento.
El desasosiego del desencuentro
el aullido
la derrota
la escucha nocturna desatendida
y la respuesta entreverada en tus palabras
confusas y misteriosas.
Tu dolor desconocido
tu ausencia
tu GRAN AUSENCIA.
peso inexplicable que rasgaba mi espalda
y mi voluntad.
Las manos que jugaban y que ya sólo repudian
tu dolor escupido en mi la última noche
Tu ausencia de cuidado premeditado
tu egoísmo a toda costa
la lástima que nunca te tuve
la rabia que me consume
la garganta.
La impotencia, la frustración
El rechazo y mi creencia estúpida de que fue mi culpa
Mi sentencia:
Toneles cafés que retumban en una habitación
un zumbido hondo y doloroso.
Tu desesperanza sobre la barca rota naufragada
y tus miembros atados.
El abandono y la soledad.
Mi dolor, el tuyo,
estos pasos deshechos
este camino andado que se sigue fugando
de mis dedos
Este camino juntos
la lentitud del fraccionamiento
La definitiva despedida

Lenta despedida


Lenta despedida

Recorro esos que fueron mis pasos
lentamente
Entono la canción que declara mi victoria
A pesar de todo.
Recuerdo los días de mi niñez
Camino por el césped
Con él solíamos crear trampas para incautos
Luego nos alejábamos a hurtadillas
Esperando alguna aparatosa caída.
Recorro mis pasos y vuelvo a ese lugar
Allí temí por mi vida
Viví el más profundo miedo
Escuché el rugir de la tierra al quebrarse
Un sonido bajo
Profundo.
Reviví mis días de austeridad y desconcierto
Sentí de nuevo el fulgor del asombro
Y el vértigo que me llamaba hacia las rocas del suelo
Vistas desde la cima.
Comprometí mi palabra
Aseguré verdades
 que desconozco.
Y vi, de nuevo,
El lugar en el que vivimos
La persistencia del árbol que rompe el asfalto
La ventana desde la cual los milagros aparecían
En matas que crecían a pesar de nosotros,
Y de ellas.
Estuve contigo, la huerta 
y la enramada de jitomates
El microecosistema en la azotea
Los encuentros furtivos con el atardecer
las lagartijas deportistas.
Y los múltiples olores:
El fo, los tallarines, el cosido de carne nocturno.
La calle que me presentó a los camotes,
Ese sonido de trenes avasalladores encapsulados en pequeños carros de lata
y barro.
El camino de escaleras eléctricas, los helados de diez pesos
Y la entrada en G al vagón del metro.
Deshago mis huellas
Piso los senderos
Me ovillo en ellos
Para recorrerlos en mí.







Haikú


Haikú


Eco nocturno
Transducido del universo
A mí.

Energía desplazada lentamente,
Gotas en el fondo del agua,
Pelotas de ping pong revoloteando en la plaza arbórea
Aire gemido
Percusión lengual
Y el árbol, ser que nunca nos dio la espalda
Y sí una gran excusa.

Somos danza de mariposas
Obra breve y conclusa.
La sorpresa meditativa sobre los cables de luz
Y el olor intenso de un azul blancuzco,
De puñados de naranjas cítricas en forma de flor.
La espontaneidad de la lágrima
Y la sonrisa
Hechos sonido




Haikú

Al otro lado de la pantalla de disuelves
Haiku de media noche.
Erizas mi piel
con tu sonido profundo.

Disfruto el eco:
transmutación del encuentro
y la entrega profunda
en la sombra de la noche;
las pisadas
la iconoclastia
y el desparpajo sereno.

El enmarañado cabello entre mis dedos
hilos que tejen sueños
deslizamiento profundo
en las imágenes que habitas (mos)
fugazmente.

La décima que nunca aprendí
la canción que no terminamos
la melodía plagiada de otros
y la letra oportuna para los días desconectados.
La mano que acaricia al mosquito
y que zigzaguea sobre el cuatro.

Los amaneceres, las sonrisas
la fugacidad y la opacidad del encuentro,
haikú de medianoche
destello débil en mi amanecer.

martes, 21 de mayo de 2019

A los poetas



A los poetas,
a esos poetas que te sonríen a media luz
es a ellos a quienes escribo.

A los poetas,
a esos poetas que te observan en la distancia
confían de lejos o de cerca sin importan circunstancia,
rasgan mitos en mañanas de domingos
para inventar nuevos en sus armónicos justos.

A los poetas,
a esos poetas mañaneros de indómitas palabras
saludan a la niebla, aman la Aurora, sacian sus ganas
de creación, de amor y lujuria con imágenes inversas
con imágenes salvajes.

A los poetas,
a esos poetas que como luciérnagas
titilan en las mañanas de tristeza
calman tus heridas, sonriéndote desde el más allá
y tú, desde el más acá
trastabilleas en la fe, pero los anhelas.
Sacuden tus caderas desde lejos
y vos los miras con amor renovado.

A los poetas,
a esos poetas
a los que no siguen
a los que ya no están,
a esos
sólo puedo más que amarlos nuevamente.