Se ha desvanecido en el abismo. Por la mañana se consoló en la oscuridad de la habitación por la tarde la iluminación se hizo presente al desbordarle sus ojos.  Ha suscitado la inquietud de sus días y ellas han rodado por sus mejillas frágiles y delgadas.

Anhelos para una pronta recuperación, segmentos.

Pocas veces he querido dedicar estas líneas a personas que considere ejemplares, admirables por su creatividad, audaz percepción  y consejos sabios pero hoy es la excepción. Ha sido así por una razón bastante específica, la enfermedad, posible peligro a la vuelta de la esquina, a veces a unos espera con un vino seco a otros con un vaso de agua pero en cualquier caso, es el borde del abismo manifiesto. Alguna vez me decías que era preferible bordear los lìmites para así, desde allí notar la finitud de la existencia, permitir que el abismo habite dentro de uno en ese impulso dionisiaco y apolìneo de equilibrio que retornar al cálido vientre de la madre-matriz.  Ya en el lugar habitual, sobrevivir procurando el más mínimo esfuerzo: respirar sin ilusiones, arrastrar los zapatos con desgano, preguntar lo necesario y con desdén percnotar día a día, repitiéndose.No obstante, lo mencionado sería optar por una actitud pasiva entre este sistema exclusivo. Tú más que nadie me ha enseñado a no declinar, a persistir y caminar por mis sueños aunque a veces quiera detenerme.