Pataleta N 6.
Tú ojos miel, te has encargado de recoger los vestigios de la flor rota. Me has recordado lo que significa amar inocentemente, sigilosamente, cariñosa y desinteresadamente, Qué demente ha sido mi cariño, si pronto has vuelto y te has ido, música de mi jardín, cariño de desdicha, tonos de mi corazón quinceañero que aún espera su estúpido príncipe azul, aunque al feminismo se haya convertido. TÚ, me has recordado qué se siente cuando las mariposas se escapaban de su jaula y revolotean al encuentro furtivo, de nuevo he sentido destellos fulminantes en mis heridas, levantadas por otros, ahondas por ellos, reparadas por nadie, abandonadas a la deriva de la espera y el tiempo. He perdido la noción del tiempo y al vació he caído, esperando la espera, deseando el deseo, caminando entre las cuerdas de la ilusión y el olvido, corriendo por otros, deseando lo ajeno, león de mil tonos.
De mi has tomado las sonrisas sinceras de las noches ebrias de locura y encanto, de mi te has llevado la guerra que desenvuelvo por la furia, en la ciudad, en la noche de espera. De ti, me he llevado la sonrisa de las canciones inventadas y las notas desafinadas, músico metálico. Ya te ti ha quedado lo mínimo, si no me brindas ni una sonrisa en la madrugada, gato precavido, gato falaz, gato de dos patas que se ha llevado al alto su sonrisa mendaz, llena de furia y desencanto.
Ya poco me queda, poco más que unas letras de madrugada cuando de mi te alejas y poco me duele ya saber si de mi nombre te acuerdas, color miel. Lastimosamente a las gatas nos toca solas, siempre. Nos toca solas aunque la vida se alegre, aunque unos pocos se acerquen por calor y vuelvan con rasguños y aún así quieran volver, eso si olvidando todo lo anterior y lo siguiente, aunque de mi, se olviden a la mañana siguiente, vuelven por más, aunque de mi éste corazón, triste pero no vacío, con ilusiones, se pierda en el olvido, en la tristeza, en el desamor, de nuevo. Allá vuelve al muelle donde partió, al muelle en el que dejó un día su corazón en busca de una nueva ilusión, en busca de su amor, ese amor que acompañaría su vida, su amor, su pronta recuperación. Ese real amor intangible, inefable, invaluable. INEXISTENTE.
Pataleta N 5
Sus ojos, dos bombillos color miel me miran mientras me desvisten. Los míos le siguen deseando que sus manos se ponen en las mías y juntas comiencen la danza del amor. Mi respiración acelera y la suya es profunda y sonora. Mi piel espera el tacto, espera su pecho frente el mío, mi cabello quiere ser enredado , estrujado, arrancado. Si tan sólo pudiera mirarlo de nuevo como aquella noche y repetirle en el oído que no quiero que se vaya... mientras tanto repetiré las imágenes en mi cabeza una, dos, tres, cuatro veces hasta distorsionarlas y eliminarlas de mi mente.
Él mira y
mira su foto en la pared y aún no encuentra las razones suficientes para
odiarla, aunque tampoco para amarla. Estuvo siempre disponible para ella, la
llamaba, la buscaba pero al parecer, ella sólo estaba ahí en una fotografía,
inmóvil con su dulce sonrisa de plata y sus ojos de ébano. ¿Para qué intentarlo
de nuevo?. De ahora en adelante, se conformaría con la foto, esta vez sin la
esperanza de su presencia.
Pataleta N
3.
Primero la
indecisión: ¿La llamo o no la llamo? ¿Será que le pareceré intenso? no, mejor
no la llamo. Luego, la llamada: "No contesta. Ahg, mejor ni lo hubiera
intentado." Finalmente, sigue esperando que, de repente, una llamada tenga
por título su nombre.
Pataleta N 2.
Él se
extiende sobre la cama esperando recibir un mensaje de su captora. Revisa el
celular una, dos, tres veces sin encontrar más que mensajes viejos y caducos.
Se vuelca sobre su cuerpo deseando una caricia, un beso o al menos una
respuesta, continua en la cama. La anhela seriamente.
Pataleta N
1.
Así decidió
no llamar, no escribir, no fijarse de nuevo en aquel para que no le devolvieran
al palpitante sincopa'o latiendo tristemente. Sin embargo, no deja de soñarlo,
quererlo y desearlo. Él decidió anhelar en silencio.